martes, 21 de diciembre de 2010

Los imposibles de la vida son posibles para Dios, por eso, Él es el Dios de los Imposibles

En el caso del pueblo de Israel en Egipto, era imposible que salieran porque en su condición de esclavos ellos gemían bajo la servidumbre del Faraón, sin experiencia en guerra, físicamente hablando, debilitados porque comían comida de esclavos; aunque eran muchos, eran débiles. Los hombres no tenían derecho a nacer porque el Faraón mandaba a matar a todos los recién nacidos hombres. Estaban cercados por todo el ejército del Faraón, era imposible salir de Egipto con tantas mujeres y niños débiles. Como si eso no fuera suficiente, entre Egipto y la tierra de Canaán un desierto inmenso con escorpiones, serpientes, sin agua ni comida. ¿Cómo alimentar y dar de beber a tanta gente?
El mar Rojo como berrera, el Río Jordán también como barrera y los enemigos fuertemente armados, furiosos y preparados, la muerte era inminente, era imposible salir de Egipto.
Pero el DIOS DE LOS IMPOSIBLES recordó a Su pueblo y descendió en la cima de SINAI, prometiendo a Moisés que haría algo imposible: sacaría al pueblo de Egipto. La condición era que ese pueblo Lo sirviera en el Sinaí con toda su fuerza. Eso sería la puerta que conduciría a una nueva vida. Y así sucedió, la promesa de Dios se cumplió. El poder del Faraón, el poder de la sequía en el desierto, el poder del hambre en el desierto y el poder de los enemigos armados en el desierto se curvaron ante la fe de Moisés; el mar Rojo y el río Jordán tuvieron que someterse a la fe de Moisés, puesta en práctica en la Palabra de Dios. De pobres, salieron con grandes riquezas.
El espíritu que actuaba en el Faraón, actúa en la actualidad con el mismo poder de destrucción, esclavizando a las personas con hambre, enfermedades incurables, soledad, miseria, hogares destruidos, hijos drogadictos, empresarios fracasados y, a los ojos humanos, viviendo como los hebreos vivían en el pasado, es imposible la liberación del Egipto del siglo XXI.
El Dios que hizo la promesa en el monte Sinaí ha oído los gemidos de las personas y esta promesa no caducó, está viva y Él, como usó a Moisés, dándole un cayado que simboliza la fe, nos dio Su Espíritu y esa fe. Por eso nosotros, en la Iglesia Universal del Reino de Dios, iremos al monte Sinaí, llevando la vida representada en un cabello, para que Dios pueda realizar lo imposible, dando una nueva vida a los que creen, y esta creencia es vista cuando se pone toda la fuerza en el altar a través del sacrificio.
El Dios de los Imposibles espera en el Sinaí, “Ciertamente el Señor habitará en él para siempre.” (Salmos 68:16).

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